A la mañana siguiente, antes que amaneciera, fuimos en bajaji (20B.)
a la estación de guaguas. Aunque encontramos transporte con facilidad, una
guagua y dos Minibuses salían casi a la misma hora (75B.), esta vez
tuvimos la mala suerte de subir a uno, oh, sorpresa!, al que no le funcionaba
la batería. Tras varios empujones intentando arrancarlo pudieron ponerlo en
marcha casi una hora más tarde gracias a que le prestaron otra batería de otro
MiniBus. Aunque una vez en marcha volvieron a ponerle la inservible!.
Esta vez tomamos la carretera que lleva a Gashena,
atravesando varios poblados con secciones de pista en plena construcción que
haría que nuestro itinerario se retrasara bastante en el tiempo. Desde allí
otro Minibús nos llevó a Woreta (100B.) y
luego otro (60B.) nos dejó cerca de Meskel Square,
en la zona llamada Piazza, junto al recinto de los
castillos de Gondar.
Nuevamente, mientras Noelia se
quedaba con las mochilas en una terraza de una cafetería-restaurante di unas
vueltas por la zona en busca de habitación de hotel.
Por la terraza apareció un joven que tras hablar con ella le
recomendó por 180B. el hotel L-Shape que
se encuentra cerca del lugar donde estaban situados. Casi una hora me costó
visitar varios hoteles, la mayoría sin disposición de habitación económica.
Aunque encontré uno bastante asequible, tras considerar el precio decidimos ir
al que le recomendaron, pero al preguntar el importe éste no era el que le
habían dicho a ella. Al final pagamos 250B., lo mismo
que me pedían por el que visité anteriormente. Ya estábamos ahí y allí nos
quedamos.
Nuevamente en la calle aprovechamos para comprar el billete
de vuelta con Ethiopian Airlines desde Bahir
Dar a Addis Abeba (1.360B.)
un día antes de nuestra salida del país. Teníamos claro que no íbamos a poder
navegar por el lago Tana por
falta de tiempo, así que decidimos emplear los pocos días que nos quedaba en
visitar los castillos de Gondar y
el penúltimo día del viaje parar en Bahir Dar,
pasear un poco por el lago y visitar algún que otro monasterio que Noelia no
tuviera prohibida la entrada por ser mujer.
En este momento del viaje decidimos tomar diferentes rutas
por la ciudad y ver cada uno lo que considerara destacado.
Bien equipado con hoteles, restaurantes y bares, el centro
compacto y peatonal es la Piazza, un lugar agradable para relajarse
e integrase con los habitantes de esta ciudad. Gondar es
el habitual trampolín para caminatas en el Parque Nacional de
las Montañas Simien, a 120kms.,
algo más al norte, muy demandado por los turistas que hasta aquí vienen, o
también para dirigirse al Lago Tana donde
se pueden visitar una series de templos y monasterios, así como para navegarlo
en un barco de pasajeros que va y viene de Addis Abeba una
vez a la semana (desde Gorgora, a 65kms.
de aquí, sale los jueves).
En esta ciudad conocida como “el Camelot
de África” gracias a la impresionante colección de Castillos de piedra
construidos por el emperador Fasil (reinó
entre 1632-67), es un ejemplo único de
arquitectura llamada estilo de Gondar, en el que sobre una base
local árabe se han integrado las influencias del estilo
barroco europeo, introducido por los misioneros portugueses y las técnicas
arquitectónicas indias de la cocción de la
cal, aportadas por maestros constructores llegados desde Goa (India).
Los castillos son esencialmente mágicos en sí mismos, se
encuentren donde se encuentren, pero se revelan como especiales si nos los
encontramos en un lugar como África, pues
sus gentes se caracterizan por ser nómadas y, por tanto, no tienen en general
construcciones antiguas. Todavía más mágico resulta si no hay un castillo sino
muchos de ellos, y todos concentrados en una misma ciudad como aquí
sucede.
La parte baja de la ciudad muestra en su arquitectura la
influencia de la ocupación italiana de finales de los años 30. Piazza,
la plaza principal en la que hay tiendas, un cine y otras edificaciones
públicas de un estilo simple italiano moderno es claramente distintiva pese a
las construcciones posteriores y el abandono en el que han caído. Las villas y
los edificios de apartamentos en un barrio adyacente, que en su día dieron
cobijo a los oficiales italianos de la ocupación, también son otro punto de interés
para visitarlo.
Pasear por las calles alrededor de la estación de guaguas
donde circulan los garis (carros tirados por un caballo) que
transportan pasajeros o mercancía y observar a muchos etíopes vistiendo sus
ropas tradicionales con los castillos de fondo, cualquiera podría sentir como
si estuviera incluso viviendo en la Edad Media.
Gondar a 2.133mts. sobre el
nivel del mar y bordeada por los ríos Angereb y Magech fue
fundada por el emperador Alam Sagad (o Fasilidas) en 1635 desarrollándose
como una ciudad-mercado y agrícola. Por su posición estratégica
en la cima de una colina que separan el lago Tana de
las montañas Simien más
altas y encontrarse en la confluencia de tres de las
principales rutas de caravanas, fue capital de Etiopía hasta
que Tewodoros
II trasladó la capital imperial a Magadala tras
ser coronado en 1855 como emperador; en 1864 la
ciudad fue saqueada y quemada, y nuevamente devastada en diciembre de 1866. Invasores musulmanes nuevamente
la saquearon al invadir Etiopía en 1887. Gondar fue
devastada de nuevo en 1888 cuando invasores
sudaneses incendiaron casi cada una de las iglesias de la ciudad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas
italianas de Mussolini hicieron
en noviembre de 1941 su última resistencia
en Gondar,
después que Addis Abeba cayera
ante las fuerzas británicas seis meses antes. El área de Gondar fue
uno de los principales centros de actividad de la guerrilla italiana
contra las fuerzas británicas hasta el verano de 1943.
Por la noche nos perdimos buscando el Belu
Fish Cafe, un conocido restaurante especializado en cocinar el mejor
pescado de la ciudad, cerca de la estación de guaguas, que parece ser ya han
cerrado definitivamente, así que terminamos cenando en una de las tantas
cafeterías que se encuentran por la zona.
El siguiente día, domingo, lo dedicamos a visitar temprano
las iglesias más activas de la ciudad, empezando por Gemjabet
Maryam, junto al muro oeste del recinto Real Fasil
Ghebbi y la iglesia Yohanis,
cerca de la nueva plaza de los Jardínes Publicos, pero
al encontrarnos en ambas con pocas personas orando decidimos ir a la más
insigne, a Debre Birhan Selassie, una peculiar iglesia
circular construida por el emperador Eyasu II, nieto
del gran emperador Fasilidas, con una fachada de
piedra repleta de preciosos murales, a diez minutos
del centro en Bajaji. Aunque la iglesia es de
considerable interés para los estudiosos de la arquitectura
aksumita, es más conocida por las excelentes pinturas del s.XVIII que
adornan cada rincón del interior. La entrada que los turistas deben pagar por
visitarla es de 100B..
Un gran muro de piedra con 12 torres redondeadas que
representan a los 12 apóstoles confina el inmueble. La torre 13, más
grande (puerta de entrada), simboliza a Cristo y representa al León
de Judá. En el interior, encima de una puerta, en el oeste de la pared
de la iglesia, se puede observar la representación de la cola del león. Dentro, cada centímetro de espacio de paredes y techo está
cubierto con imágenes pintadas y llama poderosamente la atención las
filas y filas de 80 caras de querubines alados en el techo mirando en
todas las direcciones, que representan la omnipresencia de Dios, mientras que
las paredes incorporan un conjunto de paneles que muestran escenas bíblicas y
santos que celebran la vida de Cristo, la representación diabólica del infierno
y las horribles muertes de mártires cristianos, Iconos de la Santa
Trinidad (tres hombres idénticos con halos), y la Crucifixión que
tienen un lugar de honor por encima de las dos puertas, cubiertas con cortinas,
de entrada a la capilla o Sacntasantorum,
donde se encuentra una copia del Arca de la Alianza. Sobrevivió
entera a la destrucción generalizada de los derviches sudaneses pero fue
destruida mas tarde por un rayo. La
iglesia actual fue reconstruida en la década de 1880.
Cuando los Derviches mahdistas del Sudán saquearon
la ciudad de Gondar en 1888,
quemaron todas las iglesias de la ciudad, excepto Debre
Birhan Selassie. Según la leyenda local, cuando los soldados mahdistas
se acercaron a la iglesia, un enjambre de abejas aparecieron de repente en el
recinto obligándoles a huir del lugar, encontrándose el arcángel Miguel ante
las grandes puertas de madera con una espada de fuego dibujado.
Asistimos al culto dominical junto a cientos de
feligreses y una vez concluido descendimos a pie para conocer un poco esta
parte de la ciudad que tanto nos había gustado yendo en bajaji, dirigiéndonos
hacia el recinto real (Fasil Ghebbi), que se
encuentra en el centro de la ciudad rodeado
por una alta muralla de piedras de casi novecientos metros
de longitud con doce puertas y dos puentes de entradas. Declarado Patrimonio
de la Humanidad de la UNESCO en 1979 junto
con otros monumentos de la ciudad y sus alrededores, ha estado sujeto a
considerables restauraciones desde finales de los años noventa. En
su interior se agrupan varios edificios históricos -seis de ellos son
fortificaciones-, construidos por varios emperadores entre los
años 1640 - 1740,
y entre
los que destaca el castillo de Fasilades obra cumbre
del estilo
de Gondar.
Entramos por la puerta sur, pagamos el derecho de visita (200B.),
ni siquiera dan un plano del recinto, y comenzamos a caminar a través de las
ruinas: primeramente por la Cisterna de
Agua, Baños de vapor y lo que fue una Cocina con
techo abovedado, situados detrás del Palacio
de Fasilades y del Palacio
de Iyasu I donde poca cosa se puede apreciar por su
estado decadente, seguimos hacia las residuos del Hall
de los Banquetes, y las instalaciones de
Almacenamiento y a la derecha la iglesia Alfin
Giyorgis también en estado ruinoso.
Al fondo, el castillo Metenwab,
el más impresionante y mejor conservado, su exterior decorado con cruces Gondarine es
el último palacio que se construyó (ordenado por la consorte del emperador Bakaffa).
Se trata de una estructura de dos pisos, que ahora se encuentra apuntalada, que
realza principalmente su belleza como atracción decorativa del recinto y en el
que no está permitida la entrada. En frente, lo poquísimo que queda de la
escuela vocacional femenina construida por el emperador Mentewab que
reinó entre 1730-1755, donde las clases
incluían el tatuaje facial y el troceamiento de pollos.
A la izquierda se encuentra el Palacio
de Bakaffa, construido por el emperador del
mismo nombre durante su reinado (1721-1730) con una
enorme Sala de Banquetes (el
techo actual fue agregado por los italianos) e incluso unos establos; enfrente
los Baños
turcos (wessheba) construido por el emprador
Iyasu I aconsejado por un médico francés para
hacer frente a su afección de piel; en frente el Hall
Dawit conocido también como “Casa de Canto”,
en la que se llevaron a cabo muchas ceremonias religiosas, seculares y pomposos
entretenimientos; a un lado las celdas de los
Leones, abovedados y barrados, una construida
por el Emperador Dawit III (reinó
entre 1716 - 1721,
acabando envenenado) y la segunda construida por Haile
Selassie en la que tenían leones Abisinios en
cautividad hasta 1990; al otro lado, el Archivo
Real -la única sustancial reliquia del reinado
de Fasil-
que una vez fue un impresionante palacio decorado con marfil aunque ahora sólo
quedan, tras el bombardeo británico durante la Segunda
Guerra Mundial, las
paredes y la torre, al que se puede acceder por la parte de atrás subiendo por
una escalera a un pequeño balcón con excelente vistas de los Palacios
de Fasiladas e Iyasu I, y la Librería rectangular del
hijo de Fasiladas (Yohanes I)
la cual fue retocada por los italianos en una renovación por cuenta propia -de
hecho, todo el revestimiento encontrado en el recinto real fue agregado por
ellos-.
Y llegamos a los edificios principales:
por un lado el Palacio de Iyasu I (construido
por Yohannis
I pero atribuido a su sucesor Iyasu
I) el bastión más grande y mejor adornado con espejos, sillas venecianas
doradas con pan de oro, marfil y hermosas pinturas que adornaban las paredes,
aunque ahora es poco más que unos restos, ya que sufrió profundos daños por un
terremoto en 1704 y el bombardeo
británico en la década de 1940 que
acabaron con el interior y la mayor parte del techo.
Y al otro lado, el Palacio de
Fasiladas, el más antiguo de todas las edificaciones, con 32mts.
de altura es la estructura más impresionante de su tipo en Etiopía.
Fue construido con piedras, cal y mortero, tiene un aspecto bastante europeo,
con fuerte influencia de los misioneros portugueses, pero también contiene
algunos elementos indios y nativos aksumitas.
Tiene un parapeto almenado y cuatro torres en forma de cúpula. Se accede por un
empinado conjunto de escalones de piedra. Consta de recepción y comedor con
paredes de sangría, con huecos profundos y símbolos tallados en bajorrelieve
similar a la Estrella de
David, un emblema de Etiopía desde
el s.XIII.
La planta principal se utiliza como comedor y un área de recepción
formal. Una pequeña habitación en la esquina norte cuenta con su techo de
vigas original y algunos frescos en estado precario.
Los pisos superiores - cerrado al público - incluyen una sala
de oración con cuatro ventanas, cada una de las
cuales mira hacia las iglesias más importantes de Gondar,
torres altas de cúpula en cada una de las cuatro esquinas del castillo,
mientras que una torre cuadrada central está coronada por una plataforma
elevada en la cual se llevaban a cabo las ceremonias religiosas y fue desde ahí
que se dirigió a su pueblo. Por encima de la habitación de Fasiladas, en
la 2ª planta, estaba la torre de vigilancia, desde donde aparentemente era
posible ver hasta el lago Tana.
En frente, apenas quedas restos de lo que fue un Auditorium.
Una vez visto con suma tranquilidad todo, salimos del recinto.
Unas cervezas por mi parte me vino muy bien en el parque que hay justo en la
puerta de acceso al recinto Real.
Mientras, Noelia se
dirigió hacia la Piscina de
Fasil, a unos 2kms. al oeste de la Piazza.
Rodeado por un muro que cierra el recinto consta de una gran
piscina rectangular que probablemente se usaba para sus refrescantes baños (en
aquella época se recurría a chalecos salvavidas de piel de cabra infladas)
aunque siempre ha sido utilizada para ceremonias religiosas como la vigorosa
celebración del Timkat a
la que asisten cada año decenas de miles de peregrinos vestidos de blanco, y un
pequeño edificio anexo de dos plantas, arqueado y con almenas pudo ser su
segunda residencia, atribuida oficialmente al emperador Fasil.
El lugar es muy tranquilo y especialmente agraciado por la
frondosa vegetación que lo hace muy sombrío. Además sobre el muro han enraizado
algunos árboles de tal forma que recuerdan algún templo de Angkor en Camboya.
En la misma calle de la Oficina de
Turismo se puede ver por fuera el palacio Ras
Mikael Suhal pero no se puede visitar.
Por la noche cené en uno de los restaurantes donde todos los
atardeceres realizan en un escenario actuaciones con bailes y cantos
tradicionales, e incluso representaciones teatrales.
Al siguiente día, a primera hora de la mañana, nos
trasladamos a la estación de guaguas para tomar un Minibús (65B.) que
nos llevaría rodeando el gran lago Tana por una excelente
carretera hasta Bahir Dar, último destino en
este país.
Desde la estación de esta ciudad hasta el hotel
NGG (230B.) donde nos íbamos a hospedar no son más
de 500mts. y otros tantos hasta el lago. Nada más dejar las mochilas
teníamos en la habitación al primer guía interesado en organizarnos algo por
los alrededores
como visitas a algunos de los más antiguos monasterios e iglesias en el lago o
el famoso Salto de Agua del Nilo
Azul (Tis Isat) a 35kms. aprox. de Bahir
Dar, y durante el día fueron surgiendo muchos
intermediarios más. Nuestra intención había sido desde el
principio del viaje navegar durante varios días por este gran lago pero ahora con sólo día y medio en esta ciudad, teníamos claro cuál iba a ser nuestro cometido, qué visitar y de que manera, priorizando el observar la puesta de sol sobre sus aguas.
Lo primero que hicimos fue desayunar en el restaurante Sky
Café, una terraza situada en una primera planta
con unas excelentes vistas sobre la amplia avenida Giorgis sombreada
con palmeras y vibrátil tráfico, la iglesia San George (Bahir
Dar Giyorgis) enclavada en un recinto arbolado y el exuberante entorno de
la orilla sur del lago Tana.
El nombre de esta ciudad moderna deriva de esta iglesia que
significa literalmente "San George en el Mar", una histórica
iglesia frente al lago rodeada de altos muros de piedra, fundada por el emperador Amba
Seyon. Entramos al recinto para visitarla pero las puertas de acceso al
interior estaban cerradas, aunque el continuo paso de fieles que se
detenían en la entrada para rendirle reverencias y rezos no
paraba. La iglesia circular original fue destruida durante la ocupación
italiana y luego reemplazada en los años sesenta por un moderno edificio
cruciforme. El lugar alberga también una Torre de piedra de dos pisos que
recuerda arquitectónicamente los castillos de Gondar, habiendo sido
construido con la ayuda un sacerdote jesuita a principios del s.XVII.
Al final de la avenida, en unas ramblas abundantemente
arbolada con majestuosas jacarandás, palmeras,
almendros indios y frangipanis que conduce
directamente al lago, han instalado una serie de bazares turísticos donde se
puede comprar productos locales todos los días tales como los famosos agelgil,
un tipo de canasta de piel de cabra para el transporte del injera que
han usado siempre los pastores o los shemma, el
tejido tradicional para realizar los trajes blanco de mujer típico de las zonas
del centro y norte de Etiopia. Se trata básicamente de
una tela de algodón, de unos 90cms. de ancho, cortado en tiras largas que luego
se cosen juntos. También se vende vestidos, camisas, cuadros pintados,
recipientes para el café, paraguas religiosos…. O las mesab,
unas mesas baja tejidas que se usan a menudo en los restaurantes tradicionales
del café.
Una puerta de acceso al lago da paso a una pasarela que
lleva hasta un restaurante flotante al cual hay que pagar varios Birrs por
cruzarlo, nos sentamos en unos asientos frente a la orilla del lago donde
sirven bebidas y algo de comida para observar el continuo movimiento de gente
que hasta aquí llegan. Es el punto de reunión de los vecinos todas las tardes y
también de los pseudoguías a la caza de los farangis para ofrecerles diferentes
excursiones. Ellos, en estos casos, simplemente actúan como mediadores entre el
turista y el dueño de la embarcación. A un lado se encuentra la Marina donde amarra el ferry que cruza todo el lago desde Bahir Dar hasta Gorgora, y luego habría que coger transporte hasta Gondar para continuar el viaje hacia el N..
Aparte de algunas canoas artesanales (tankwa)
y lanchas para turistas, el único medio local de transporte lacustre es este viejo transbordador, el MV Tananich, que navega de Sur a Norte los
lunes, y de Norte a Sur los
jueves. En condiciones normales, el viaje duraría cinco o seis horas, pero este
barco se detiene en los embarcaderos de varias islas, y así el viaje
llevaría aproximadamente , si no se rompe, un día y medio, permitiendo observar el quehacer diario de los isleños.
Seguimos el paseo alrededor del lago a través de un sendero
con cantidad de árboles en flores de extensa gama de colores y olores, enormes
jacarandás, almendros indios y un largo etcétera de florestas. En sus
riberas abundan un montón de aves, que van desde los majestuosos Pelícanos, Garzas,
vociferantes Águilas Pescadoras, Martín Pescadores y Milanos negros.
Vimos infinitas embarcaciones de recreo para pasear a los
farangis, a gente bañándose en su orilla y otros pescando los pocos peces que
hay. Lo que no vimos fueron pescadores, por ejemplo, arreglando sus redes o sus
embarcaciones y eso nos llamó poderosamente la atención. Como si todos se hayan
dedicado hoy día a pasear a los turistas.
Concluimos la caminata en el parque donde se encuentra el
Grand Hotel porque sus vallas impedían seguir el trazado del lago.
De vuelta hablamos con uno de los mediadores que se nos
había presentado nada más llegar al lago y que finalmente nos hizo contacto con
un barquero para realizar un paseo por la laguna hasta el monasterio Debre
Maryam y de vuelta ver la caída del sol (200B.).
Aunque desde el centro de la ciudad, siguiendo la carretera
durante unos 2kms. hasta la orilla del lago, se
puede cruzar en una tankwa, una canoa pequeña movida a
remo que los habitantes de la región construyen con papiro, bambú y cuerdas, no
tienen más de tres o cuatro metros de eslora y carecen de quilla, de manera que
cuando van muy cargados se hunden en el agua hasta la borda. Sigue siendo la
forma tradicional de navegación cuya antigüedad sea quizás más de 1.000 años.
Solo duran unos cuatro meses antes de que el contacto con el agua los pudra,
aunque hacer uno nuevo no lleva más de tres días. Los aldeanos las emplean para
pescar y transportar lo inimaginable entre sus islas y Bahir
Dar, la gran ciudad del lago.
Subimos a una barca a motor, atravesamos la orilla sur del
lago y navegamos lentamente, hasta la localización de un grupo reducido de
hipopótamos que habitan esa zona. Estuvimos un rato observándolos y continuamos
el paseo navegando cerca de varios tankwas que
estaban pescando. Sus aguas por esta zona tienen abundante pesca, sobre
todo perca, pez
gato y tilapia, y en
las agrestes orillas abundan las serpientes pitón y mambas
negra -una de las serpientes más peligrosas del
continente-, algunas hienas y, en contadas ocasiones, leopardos.
El Lago Tana es
el más grande de todos los lagos etíopes, con 75kms. de largo y
65kms. de ancho según las lluvias, se
extiende sobre unos 1.700mts. de altura sobre el
nivel del mar y su profundidad nunca va más allá de los 14mts.. Es
un lago tranquilo, apenas castigado por las tormentas, y cuenta en su interior
con unas 37 islas e islotes dispersos por toda su superficie -aunque su número
varía también según sea el nivel del lago-, que parece ser ha bajado varios
metros en los últimos 400 años-. Treinta de ellas son refugio de algunas de las
más antiguas iglesias y monasterios del mundo. La mayoría de estos
monasterios son como “almacenes” de reliquias religiosas, sin embargo, algunas
no están abiertas a las visitas de mujeres.
Dicen que los monasterios fueron construidos sobre enclaves
religiosos anteriores alrededor del s.XIV y
que en los monasterios aislados de estas islas se enterraron los restos de
algunos emperadores etíopes. En la isla Tana Cherqos hay
una representativa roca en la cual, según la tradición, descansó la Virgen
María de su viaje de regreso de Egipto. Se cree
también que habría estado el Arca de la Alianza, antes
de ser trasladado a Aksum, y que el primer
obispo etíope Frumentius, que introdujo el
cristianismo en Etiopía en
el s.IV estaría
enterrado allí mismo.
Durante los s.XV – s.XIX, la
zona fue elegida por los emperadores abisinios para establecer sus cortes, que
en aquellos días eran itinerantes, cambiando de emplazamiento según escaseaba
el agua y la caza, o cuando los bosques habían sido plenamente talados. Todo
ese pasado de aventuras imperiales e incontables guerras han dejado sus rastros
en el área que rodea el Tana y
en el interior del propio lago. Es una huella no exenta de riqueza cultural,
teniendo en cuenta que Etiopía es
el único país del África subsahariana que
cuenta desde siglos atrás con lengua escrita, el amárico,
crónicas reales y leyendas trasladadas a libros con más de cinco siglos de
antigüedad.
Luego de un rato de navegación llegamos al embarcadero donde
se encuentra el monasterio Debre Maryam situado
muy cerca de donde nace el Nilo Azul. El
lugar es hermoso y evocador, con plantas de papiro en las orillas, cantidad de cormoranes,
pelícanos y milanos negros sobrevolando el agua y muchos peces en su orilla.
A ambos lados del embarcadero han instalado dos pequeños restaurantes con
algunas mesas, sillas y un fogón donde freír el pescado (un plato de
pescado mediano con algo de ensalada cuesta 40B. y los
refrescos 20B.). Aprovechamos y les encargamos
varios para comer tras pasear por la isla. Como ya estábamos harto de visitar
iglesias nuestra intención era no entrar en ésta sino visitar su entorno. Un
cartel indica los precios a abonar y como siempre son los farangis los únicos
que pagan por la visita!
Así pues decidimos adentrarnos y observar la vida de los
isleños. Nuestra sorpresa fue que al decir que no queríamos visitar el monasterio
nos obligaban a pagar solamente por pisar tierra, y al no haber nada escrito
sobre ello nos negamos a pagar esa "invención", y con la excusa de marcharnos y no comer en
la tasca el propietario de ésta nos dijo que no había problema, que él se
encargaría de solventar el barullo. Eso sí, mandaron al barquero que nos
siguiera supongo que para que no nos colásemos en el monasterio. Que absurdo todo!
Una senda de unos 100mts. entre
plantaciones y una serie de mesas llenas de productos turísticos que los pocos
locales que habitan aquí tienen montado para los farangis, lleva hasta la
entrada al monasterio. Sabíamos que sus pocos tesoros son algunas pinturas
y objetos como copas, jarrones y sobre todo libros muy antiguos, auténticas
filigranas sobre hojas de piel que dicen se conservan admirablemente
bien.
Por otro lado, tampoco pudimos ver mucho de la isla porque
nos permitieron solamente ver la mitad. Es pequeña, varias casas de madera,
algunas plantaciones, algunos rebaños de vacunos y poco más.
Tras cenar apaciblemente a orilla del lago partimos en busca
de la caída de sol pero desafortunadamente las nubes nos impidieron
verla. Desde el agua se puede observar los enormes hoteles que se siguen
construyendo en Bahir Dar brindando
una idea inequívoca del enorme auge económico que está viviendo esta ciudad, lo
que indica que crece perceptiblemente en altura desde que fue elegida como la
capital de la región de Amhara y
la enorme cantidad de turistas locales que vacacionan en esta parte del país.
Al día siguiente aprovechamos para visitar el Mercado,
que aunque no era su día principal si que se veía bastante movimiento. El
animado mercado central está más concurrido los sábados, cuando los habitantes
de las zonas periféricas descienden a la ciudad. Así que poco movimiento vimos
y no dejaba de ser otro mercado etíope más .
A medio día tomamos un bajaji hacia el aeropuerto (50B.),
aunque nos dejó algo más de 1km. del mismo al tener prohibido el acceso este
tipo de vehículo, así que lo recorrimos a pie.
El vuelo fue bastante agradable y nuevamente nos encontramos
en Addis
Abeba, la capital.
Tomamos un taxi que nos dejó en el hotel
Wutma (250B.) en una pequeña calle por debajo
del memorable Itegue Taitu donde
nos habíamos quedado la primera vez.
Esta vez nos dedicamos a pasear ya con más tranquilidad,
intentar encontrar algún recuerdo, comprar algo más de café local y confirmar
en Internet la hora de salida del vuelo.